Castellón

Colores del mundo: la emocionante exposición fotográfica en Castellón

El vibrante encuentro cultural en el Muelle de Costa

En Castellón, el pasado reciente nos regaló un evento de esos que dejan huella. Bajo el cálido sol del Mediterráneo, se presentó la exposición “Colores del mundo”, una iniciativa que combina arte y ciencia, sacada del baúl de tesoros de la Fundación “la Caixa”. El lugar elegido fue el emblemático Muelle de Costa, un sitio donde el mar abraza la cultura y donde lo cotidiano se convierte en extraordinario.

A la presentación asistieron figuras importantes como la alcaldesa Begoña Carrasco, el presidente de la Autoridad Portuaria, Rubén Ibáñez, y otros notables que hicieron eco de este acontecimiento. El propósito: llevar a los habitantes y visitantes de Castellón a un viaje fascinante a través de los colores del planeta. Con la inestimable colaboración de National Geographic, la exposición promete despertar emociones a través de 42 fotografías que capturan la esencia de nuestros paisajes, sus colores y significados.

Destellos de color y emoción

Hablar de colores es hablar de emociones. El amarillo brilla con el júbilo y la serenidad del sol que nos acaricia, mientras que fotografías de encantadores paisajes como los campos de heno en Washington nos sumergen en un estado de calma y relajación. Por otro lado, tenemos el naranja, a menudo olvidado, que resplandece en los crepúsculos o en el tranquilo tono de las túnicas budistas. Este color es un puente entre las estaciones y un saludo a las transiciones de la vida.

El rojo, el color de la pasión y la fortaleza, se despliega en imágenes que no dan lugar a la indiferencia. La naturaleza lo emplea para mostrar poder, desde las ranas dardo hasta las bayas en invierno, mientras que en la cultura humana simboliza desde el amor hasta el luto, dependiendo del contexto cultural.

El azul, ese universo de serenidad y misterio, nos recuerda nuestra pequeñez frente al vasto océano o el cielo infinito. Ilustra poder y misticismo en las antiguas civilizaciones, como en las mezquitas de azulejos turquesa, un color que infunde respeto y admiración.

El violeta es la sutileza hecha color. Evoca misterio e insistencia, dibujando escenarios tanto en la religiosa realeza de túnicas de terciopelo como en los paisajes matutinos que acogen el despertar del día.

Verde: el latido de la vida

Adentrarse en el verde es palpar la vida misma. Es un renacer continuo que se manifiesta con deslumbrante claridad en las fotografías como la de un campesino japonés cosechando té. Este color nos llena de vitalidad, un recordatorio constante de la interconexión cíclica de la naturaleza y nosotros mismos.

Mientras que el blanco, el comienzo y fin de todo, se presenta majestuoso en imágenes como el pelaje de un lémur en Madagascar o los imponentes icebergs de la Antártida. Es el color que abraza todo y nada a la vez, simbolizando la pureza y la eterna búsqueda de lo prístino.

Una ciudad que vibra y respira cultura

Con esta muestra, Castellón no solo se convierte en un epicentro cultural, sino en un reflejo de la colaboración efectiva entre entidades públicas y privadas. Esta iniciativa refuerza la importancia de acercar la cultura a todos, de forma gratuita, bajo el concepto de crear un museo al aire libre que todos pueden disfrutar.

La alcaldesa Begoña Carrasco subrayó la generosidad y el empeño por traer a Castellón exposiciones de envergadura nacional. Este evento va más allá de una simple muestra fotográfica; es una puerta abierta para disfrutar de actividades culturales y festivas que vibran en sintonía con la comunidad local y sus visitantes.

Rubén Ibáñez, presidente de la Autoridad Portuaria, destacó el papel del puerto como contenedor de cultura. Invita a los ciudadanos a descubrir, en pleno muelle, que la cultura puede ser un viaje que comienza con el simple acto de observar una fotografía.

La exposición “Colores del mundo” no solo es un deleite visual, sino un recordatorio de que cada tono y matiz que nos rodea tiene un significado arraigado en nuestra historia y emociones. Así, hasta el 3 de septiembre, el Muelle de Costa se convierte en un punto de encuentro, donde la curiosidad y la admiración se toman de la mano.